lunes, 9 de enero de 2012

Vargas Llosa, ¿el anarquista?

El sábado, el gran escritor Mario Vargas Llosa escribió una nota de opinión en La Nación que tituló El Orden Espontáneo. En el escrito contaba cómo creció un pueblo peruano, antaño uno de los más pobres de Lima, llamado Gamarra, a fuerza de un comercio liberal, que es como llama el escritor al mercado negro, ilegal, que no responde a ningún control impositivo o de salubridad. Y no habla de simples manteros, que Don Mario no se anda con chiquitas, habla de emporios crecidos por la venta ilegal, por la importación liberada de telas e hilos en detrimento de la industria nacional peruana. Y para darle más épica a su relato, Vargas Llosa relata la historia de Tiburcio (y de otros que transitaron iguales caminos), quien llegó a Gamarra muy pobre, que vendió chupetes en la calle, y ahora alquila tiendas y talleres por dos millones de dólares al mes. ¿El american way of life? Sí, pero a la peruana. Y dice Don Mario: “los empresarios y comerciantes de Gamarra son unos liberales que se ignoran. Desconfían del Estado y del gobierno y repiten como mantra: ¡“si sólo nos dejaran trabajar”!”.
¿Cuál es la idea central de este escrito?  Que el Estado no debe meterse en las acciones de las personas, que no debe coartar las libertades individuales. Y Don Mario, como escribe magistralmente, lo dice mejor que yo, fíjense: “Estos (los comerciantes de Gamarra) descubrieron a través de su experiencia algo que muchos dirigentes de izquierda, cegados por la ideología, se niegan a aceptar: que el verdadero progreso no pasa por el estatismo ni el colectivismo –inseparables a la corta o a la larga de la dictadura- sino por la democracia política, la propiedad privada, la iniciativa individual, el comercio libre y los mercados abiertos”. Tremenda declaración ideológica, ¿no les parece?
Yo haría una pequeña aclaración a la idea que parece intentar dejar Don Mario, la disputa no es Estado sí, Estado no, o Gobierno sí, Gobierno no; la real cuestión pasa por el papel que toma el Estado y cuáles son las funciones que toma como prioritarias. Porque lo que propone Vargas Llosa no es la anarquía, sino medidas gubernamentales muy fuertes y decididas en una determinada dirección política, y un Estado ciertamente fuerte que garantice que dichas políticas se lleven a cabo. No fue el mercado el que guió la política argentina en los años 90, fue el gobierno argentino, poderoso e impune, que utilizaba un Estado fuerte que imponía sus leyes, regalaba sus bienes y reprimía a los marginados de su fiesta efímera. Lo que propone Don Mario es un Estado que se abra de gambas ante ciertos abusos de los privilegiados de siempre, que militantemente se abra de gambas. Y querer esto es querer estar por fuera de la ley. Porque cuando una ley no cubre a todos los ciudadanos por igual no es ley, es capricho. Con las leyes del mercado pasa eso. Es ahí donde el Estado debe hacer justicia. Justicia social, claro
DON CHICHO

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