miércoles, 18 de julio de 2012

Starbucks y sus vasos importados

En los primeros `90, en pleno auge de Mc Donals, lo único nacional en esa cadena eran los panes (Fargo) y los salarios (menemizados, paupérrimos), todo lo demás, incluida la carne, era traído desde EEUU.
Starbucks ocupa hoy el espacio tilingo que ocupaba Mc en los noventa. Defiende la fantasía que de puertas adentro uno puede sentirse igual que en New York, o que en París, o que en Oslo;  en esos lugares tan divinos tan distintos a Buenos Aires, Rosario o Córdoba. Uno cosume lo mismo que los ciudadanos de primera, escucha la misma música, se sienta en los mismos sillones de diseño, es igual de maltratado como consumidor, y se contamina con el mismo horrible brebaje negro al que llaman café pero más bien parece brea acuosa.
Será por esto que algunos viven como una tragedia que se usen vasos fabricados en Argentina para servir sus bebidas. Una herida narcisista mortal al burguesito argento que se siente otra cosa tocando cartón importado. La empresa publicó este pedido de disculpas: "Debido a un quiebre temporario de stock, en alguno de nuestras tiendas se están utilizando vasos y mangas nacionales. Estamos trabajando para que esta situación se normalice lo antes posible"
Verguencita da. Es extraño escuchar que alguien piense que alguien necesita esa explicación o esa disculpa y que alguien la necesite realmente. Vergûenza y dolor da que a algunos el logo de un vaso les distraiga la mirada del verdadero foco: el estado de la industria nacional con todo lo que eso significa para un país. Porque de eso se trata la cosa. Si el tilingaje quiere gozar mirando espejitos imperiales de colores, que lo hagan en libertad, pero que esos espejitos sean trabajo argentino.
DON CHICHO

2 comentarios:

  1. No es Stargarcks??...libertad ..para los tragaleches¡¡¡ todo bien con ellos..

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  2. Hay mucha gente que se desvive por estar en esos "no-lugares". Y los denomino así porque cuando estás en ellos perdés la idea del lugar del mundo en que te encontrás. Lo mismo sucede con los centros de compra, con los aeropuertos y con las cadenas de origen extranjero. Son todos iguales. Con las mismas características, olores, sonidos, etc. Todo es superficial, brillante, aséptico, "seguro", privado.

    Muchos de los que disfrutan en esos lugares tienen sus mentes colonizadas y obran casi como por una extraña fascinación. Lo más triste es que desde hace unos cuantos años, empiezan de chiquitos, de manera que cada vez resultará más difícil librarse de semejante rémora colonial.

    Si hasta los pobres pibitos internados en algunos hospitales públicos tienen "la suerte" de contar con una casita de Ronald McDonald para que sus papis puedan alojarse. Hermosa contribución desinteresada de parte del rey de la comida chatarra.

    Es una pena que esos pibitos, cuando sean grandes, no van a tener la guita necesaria para tomar un pedestre cafecito en la aristocrática Starbucks, cadena cuyos locales de Nueva York no pasan de ser cafeterías cualunques, al igual que el rey de la hamburguesa, cima de la vulgaridad estadounidense.

    Saludos
    Tilo, 71 años

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