martes, 6 de noviembre de 2012

TRATA. La esclavitud que no queremos ver.

Lleno está el país, aunque no queramos verlo, de bandas que SECUESTRAN personas, las VIOLAN y TORTURAN sistemáticamente, la obligan a SOMETERSE sexualmente, y en muchas ocasiones las ASESINAN. Existen en este momento que usted está leyendo esto, miles de personas en cautiverio, extirpadas de su vida familiar y social, despersonalizadas, muertas en vida.
Muchos cabarets, o tugurios varios, cuentan entre el plantel de mujeres que cobran por dar su cuerpo a un acto sexual, con personas que fueron secuestradas y son obligadas a abrirse de piernas so pena de tortura de todo tipo y muerte.
Sabido es, no nos vamos a escandalizar acá, que policías, políticos, y jueces son cómplices, cuando no dueños, de los negocios de la trata de mujeres. Por esto, parece ser muy difícil acabar con los tongos millonarios de esta ESCLAVITUD. Porque, en los tugurios, además,  se vende falopa y demás cuestiones ilegales.
Hoy escuchaba a Susana Trimarco distinguir entre la prostitución "elegida" y la trata de mujeres, para luego concluir que las dos, a lo largo terminan siendo meras víctimas de los soretes que las regentean, que las condenan a condiciones inhumanas de vida.
La señora Trimarco, mamá de Marita Verón, expuso como solución la denuncia y el no consumo de prostitución. Y eso está muy bien, pues sin clientes no hay trata. El tema es que muchísima gente sostiene que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, por lo que naturaliza la cuestión, que por relacionarse con prácticas sexuales, es difícil de prohibir. Pero esto es otro tema que da para un escrito aparte. Creo yo que la solución que puede abrochar a todos estos problemas es una: la legalización de la prostitución. Personalemte creo que la prostitución es denigrante, con las dos personas (o las que sean) pero cada uno con su sexualidad hace lo que quiere o puede. Ahora, la exclavitud o la denigración laboral, además de denigrante es asesina, perversa y debe ser perseguida hasta su eliminación. Con una legalización la salud de las trabajadoras se controlaría, la salubridad de los lugares sería digna, la trata no sería negocio y estaría iluminada, y los soretes esclavistas serían acotados.
Ahora, dirán ustedes, ¿por qué esto no se hace? Vaya uno a saber. La presidenta se reúne bastante, este último tiempo con la señora Trimarco. A lo mejor, quien le dice, aparecen los cojones y los ovarios para  acabar con la trata. Hace falta
DON CHICHO

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